
La caminata por su parte es una alternativa moderada de ejercicio físico y la más aconsejable para la población arriba mencionada, ya que la poca carga que implica sobre las articulaciones, tendones y ligamentos representa un riesgo mínimo de sobrecarga y lesión.
La caminata aeróbica implica desplazarse en forma dinámica y conciente, con una técnica, ritmo postura y velocidad específicas, acompañando el movimiento con un balanceo.
El trote tiene desde el punto de vista preventivo, un gran valor para la salud, ya que conduce a una serie de adaptaciones fisiológicas importantes como el incremento del aporte de oxígeno al corazón y los músculos y la disminución de la frecuencia cardíaca tanto en reposo como durante el ejercicio, lo que representa mayor economía para cada sistema.
Trotar al igual que caminar, nadar o montar en bicicleta son deportes aeróbicos y por consiguiente son ideales para entrenar el sistema cardio-respiratorio. La caminata y el trote constituyen formas de movimiento natural fáciles de dosificar individualmente, ya que es posible caminar o trotar en cualquier lugar y no se requiere de implementos costosos; simplemente vestimenta y calzado adecuado.
Cuando se trata de caminar lo más adecuado es hacerlo de forma relajada, manteniendo el tamaño natural del propio paso y se quiere ir más rápido, lo mejor es aumentar el ritmo del desplazamiento y balancear los brazos dinámicamente en dirección de los movimientos.
Una adecuada técnica de trote o caminata es ideal, no solo para un bien rendimiento físico sino también para evitar lesiones músculo articulares y sobrecarga para el sistema cardiovascular.
En primer lugar es importante el apoyo del pie en el desarrollo del paso, desde el talón un poco más por la parte externa y hasta la punta.
Los brazos que se mantienen flexionados y con los puños suavemente cerrados deben balancearse relajadamente en dirección del movimiento.
El cuerpo debe mantenerse erguido y relajado, evitando la hiperlordosis lumbar.
La respiración debe ser continua y lo más natural posible y no necesariamente adaptada para un número de pasos determinado.
El paso debe sentirse desde el pie hasta la cadera, levantando el pie de forma activa y permitiendo la flexión de la rodilla; cada paso conducirá automáticamente al siguiente, ya que en posición erguida el cuerpo tiende hacia delante.
El ritmo y la intensidad de trote se consideran adecuados pàra el sistema cardiorespiratorio cuando la persona se siente bien durante y después de éste y cuando no sobrepasa la frecuencia cardíaca objetivo o de entrenamiento. La velocidad de trote más adecuada es aquella que posibilita a la persona sostener una conversación sin ahogarse, mientras realiza el ejercicio, es decir “trotar sin resollar o jadear” lo que garantiza un ejercicio aeróbico ideal y sin riesgos para el sistema cardiovascular.
BIBLIOGRAFÍA
Por su salud muévase pues, INDEPORTES ANTIOQUIA, Dirección seccional de salud de Antioquia, noviembre de 2002 pag 3 - 5 -6
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